viernes, 28 de marzo de 2014

La Nueva Geneciòn de Estudiantes


Existen realidades a la vista que no merecen mayores explicaciones. Una de ellas, quizás la más importante es la incompetencia del régimen para dirigir al país. Me refiero a todo el régimen, a cada una de las distintas ramas del poder público sin excepciones. Dan pena y lástima. No sirven para nada.


De Maduro y Cabello, ni hablar. De todo lo demás sólo pondré el nuevo testimonio que acaba de dar el Tribunal Supremo de Justicia, gracias a la decisión de la Sala Constitucional sobre los alcaldes opositores. Detenidos injustamente Leopoldo López, Simonovic, los comisarios Guevara, Baduel y tantos otros, ahora ordenan detención de Daniel Ceballos de San Cristóbal y de Enzo Scarano en San Diego, Carabobo, agregando la destitución. Pero todos los opositores tienen la pistola montada sobre sus cabezas. Represión y violencia institucional inaceptables e indignantes. Adiós Constitución, adiós Derecho. Viva la fuerza bruta, la audacia de los ignorantes.

Pero no todo es lamento. El ejemplo de María Corina disminuye como pocas veces la autoridad moral de la OEA y la discursiadera de algunos “jefes” militares refleja la enorme crisis interna que atraviesan. No olvide Maduro aquel decir según el cual “los militares son fieles y leales hasta que dejan de serlo”. Normalmente el Presidente es el último en enterarse.


Sin embargo, en medio de este cuadro desolador, contemplamos la insurgencia de una nueva generación universitaria. Generación del cambio y de la victoria. Dignos herederos de las del 28, del 36, del 58 y del 74, la del 88 y la del 2000 a la cual pertenezco. Es su hora y su tiempo. Nuestra obligación es apoyarlos en todo, estar cerca para una opinión, un consejo si lo solicitan, para enmendar los errores que puedan cometer. Ellos son ahora los grandes acreedores de la historia. Deudas muy grandes deben quienes no fueron, ni son capaces de hacer de Venezuela el país que algún día juramos construir


Los motores acelerados de los camiones rugen en medio de la noche. Luego, el silencio. Los ciudadanos se despiertan en tensa calma. Pasan unos minutos y, de repente, un grito rompe con la tranquilidad y se escucha el sonido de las botas corriendo sobre el asfalto. Es el inicio de una ofensiva. Los más osados se asoman a las ventanas. Desde la altura ven cómo las calles quedan llenas de soldados que, parados en las esquinas y puertas de los edificios, se aferran a sus fusiles.


El Gobierno es consciente de que la situación se le escapa de las manos y de que, cada vez más, la población se organiza dentro y fuera del país para exigir un cambio. Durante las últimas semanas han sido testigos de cómo una población se ha enfrentado con valor a las balas y grupos paramilitares oficialista con el fin único de alcanzar su libertad. Un sueño contra el que nada pueden hacer los grandes despliegues policiales, militarización de las ciudades o imaginarios planes de invasión.


La decisión está tomada. Con o sin soldados en las calles, la lucha por la libertad se ha consolidado en Venezuela y no se detendrá hasta que renazca la democracia, que todos los ciudadanos se vean como iguales, en lugar de como enemigos.#VivaLaU #LaCalleEsLaSalida

viernes, 21 de marzo de 2014

Las Barricadas o Guarimbas

No hay nada más condenable y despreciable que un Gobierno que se tapa los oídos y los ojos para hacerse el loco ante las justas protestas de todo un pueblo, sin distinción de grupos o clases, contra el desastre político, económico y social, generado por ese mismo régimen durante 15 años.

Todo este cuadro de malestar generalizado tuvo su inicio el Día de la Juventud, cuando se produjo una de las manifestaciones más contundentes por parte de los estudiantes universitarios de todo el país, reprimidas de la manera más autoritaria por las fuerzas del régimen, desconociendo las razones constitucionales del derecho a la protesta, causando varias muertes entre la población universitaria, lo cual enardeció aún más los ánimos, llevando a lo que hoy vivimos, a lo largo y ancho del país.

Las barricadas (guarimbas) surgieron por todos lados, desde las zonas residenciales lujosas hasta los sectores populares, mecanismos estos que no tienen otra razón de ser que la manera de sofocar los venezolanos la angustia que los embarga ante la grave crisis que en todos los órdenes afecta la vida de la nación. Podemos decir, sin equivocarnos, que la guarimba es Venezuela toda y no un grupo de escuálidos o revoltosos, como los califica el régimen, que se disponen a trancar sus propias calles y accesos como la mejor manera de llamar la atención a un Gobierno que se niega a reconocer su fracaso y a rectificar para salir de la crisis causante de todo este descontento.

Particularmente, me dispuse a transitar por los distintos sectores en los cuales la situación se torna más álgida, y pude comprobar cómo los propios vecinos andaban en las calles, de manera entusiasta, colocando barricadas. Sorprenden las declaraciones del ministro del Interior y las órdenes de Maduro de detener a los guarimberos porque, a menos que los escojan selectivamente, tendrán que habilitar todos los estadios del país, canchas deportivas y plazoletas para meter a la población venezolana que guarimbea, esto es a mas de la mitad del pais.


La guarimba es como una especie de válvula de escape de los venezolanos ante la angustia que los embarga cuando tienen que calarse kilométricas colas, en medio del sol y el calor, para ver si consiguen los principales productos de la dieta diaria que ya presentan un 47 por ciento de desabastecimiento según la más reciente investigación de la encuestadora Datanálisis, la inseguridad, el alto costo de la vida, la escasez de medicamentos, el colapso de los servicios públicos y todos los males que hoy agobian al pueblo. 

Con o sin soldados a la calle por la libertad

Los motores acelerados de los camiones rugen en medio de la noche. Luego, el silencio. Los ciudadanos se despiertan en tensa calma. Pasan unos minutos y, de repente, un grito rompe con la tranquilidad y se escucha el sonido de las botas corriendo sobre el asfalto. Es el inicio de una ofensiva. Los más osados se asoman a las ventanas. Desde la altura ven cómo las calles quedan llenas de soldados que, parados en las esquinas y puertas de los edificios, se aferran a sus fusiles. No se trata de Crimea y del ejército ruso, sino de la decisión gubernamental de militarizar todas las ciudades que se oponen al régimen.

Como si se tratase de una guerra abierta contra sus propios ciudadanos, las tropas se han movilizado hasta puntos estratégicos para intentar acallar el descontento de la población civil. Ese que se ha transformado en un mes de manifestaciones diarias, tanto dentro como fuera del país, y que evidencia el alto rechazo que existe hacia el Gobierno y sus erradas políticas, las cuales han conllevado a la crisis económica y la elevada tasa de inseguridad, así como a una destrucción del modelo democrático y la coacción de la libertad de expresión.

En un intento desesperado por acallar las crecientes protestas en el país, el Gobierno ha decido jugar su carta comodín: utilizar el ejército para imponer su voluntad a la fuerza y no por medio del diálogo. De ahí que la Fuerza Armada amaneciera, simultáneamente, en Altamira y Chacao (espacios emblemáticos de la lucha contra el régimen socialista), así como en otras zonas que están ofreciendo una importante resistencia civil. Sin embargo, no todo está concentrado en Caracas. El descontento social está esparcido por todo el territorio, por lo que las tropas también han tenido que acudir hasta San Cristóbal, Maracaibo, Maracay, Valencia y Barquisimeto, entre otras ciudades.

Sería inocente considerar que la movilización de los soldados es una táctica preventiva. En especial, cuando se conoce que las fuerzas de seguridad del Estado han utilizado sus recursos para perseguir, emboscar y atemorizar a los manifestantes de todas las formas posibles. Llegando, incluso, a buscarles dentro de sus hogares para detenerles por haber ejercido su derecho a la protesta. En este sentido, la presencia militar apunta mucho más a una labor de espionaje e intimidación contra los ciudadanos de estas zonas, que a una supuesta apuesta por la seguridad o la “limpieza” de los escombros de las calles.

El tiro le está saliendo por la culata al Gobierno. Los venezolanos no han permitido que las fuerzas del Gobierno les intimiden, sino que, por el contrario, los soldados son la evidencia a pie de calle del espíritu opresor del régimen de Nicolás Maduro, así como de sus asesores externos provenientes de Cuba, Rusia, España e Irán. Ese espíritu que durante el último mes, ha impulsado una espiral de violencia e intolerancia que ha llevado al asesinato de más de 30 ciudadanos.

Tras 15 años de represión gubernamental, los venezolanos han comprendido que sólo se le debe tener miedo a la pérdida de la democracia y a la implementación de un gobierno autoritario que sea capaz de sacar las tropas a las calles con el único fin de permanecer en la comodidad del poder.

El Gobierno es consciente de que la situación se le escapa de las manos y de que, cada vez más, la población se organiza dentro y fuera del país para exigir un cambio. Durante las últimas semanas han sido testigos de cómo una población se ha enfrentado con valor a las balas y grupos paramilitares oficialista con el fin único de alcanzar su libertad. Un sueño contra el que nada pueden hacer los grandes despliegues policiales, militarización de las ciudades o imaginarios planes de invasión.
La decisión está tomada. Con o sin soldados en las calles, la lucha por la libertad se ha consolidado en Venezuela y no se detendrá hasta que renazca la democracia, que todos los ciudadanos se vean como iguales, en lugar de como enemigos, y se apague el sonido de las botas militares corriendo por el asfalto a mitad de la noche.

domingo, 16 de marzo de 2014

Resignarse o Luchar.....

Resignarse pues, depende. En un lema que utilizan los Alcohólicos Anónimos, ellos le piden a la Divina Providencia que les conceda la serenidad para aceptar las cosas que no pueden cambiar, el valor para cambiar aquellas que pueden transformar y la sabiduría para reconocer la diferencia entre lo que se puede cambiar y lo que no.

La resignación puede ser muy positiva o todo lo contrario. Se trata de la conformidad, la tolerancia y la paciencia que tengamos ante las adversidades. Pero puede significar también someterse a la voluntad de alguien o renunciar a nuestros principios y derechos. Así, cuando alguien se resigna, puede representar estoicismo, aguante, o acatamiento de una realidad como la muerte de un ser querido, o por otra parte, caracterizar mansedumbre, docilidad, rendición y sumisión.Por esto, es que es tan fundamental que sepamos distinguir cuándo algo se puede cambiar y cuándo no. 

Veamos un caso: Que suframos un terremoto no depende de nosotros por lo que vivir esa terrible experiencia debemos aceptarla. Sin embargo, el estar preparados para cómo actuar sí esto ocurre si puede ser nuestra responsabilidad y nos permitiría mayores probabilidades de salir ileso. Es obvio que no debemos resignarnos a vivir sin progresar. Siempre nuestro destino o futuro será superior si trabajamos y nos esforzamos para lograrlo. Lo contrario en el extremo sería aceptar que nada cambia, que no podemos cambiar y que vivimos condenados a que las cosas permanezcan como están. En este caso, la resignación nos llevaría a existir bajo una frustración permanente, no buscar alternativas, cancelar o mantener muy bajo el nivel de las aspiraciones, sentirnos impotentes ante todo, subestimarnos, ser pesimistas, y convivir con una desesperanza aprendida.

En otro nivel, existen parámetros que no se pueden perder. Podemos resignarnos por distintos perjuicios, daños y hasta por experimentar desgracias personales. Siempre podremos serenarnos y recuperarnos, sobre todo sí entendemos que esa circunstancia no la pudimos modificar. Pero, cuando se trate de nuestros valores nunca debemos resignarnos. Jamás podemos renunciar a que se nos quite el derecho a la vida, a la libertad, a mejorar, a ser felices y a vivir en paz. 

La historia nos enseña que cuando un pueblo se resigna a lo peor, esto sucede, el genocidio. Por tanto, cuando hablamos de derechos humanos y de los valores intrínsecos a la humanidad, la palabra resignación no cabe, no tiene validez. Pero como sera para el beneficio de nuestros descendientes..... Es el momento de resistir y de tener el valor para cambiar lo que tengamos que reemplazar o reformar, cueste lo que nos cueste, para algunos sera hasta la vida. 

La solidaridad de los países!!!!!



Los gobiernos latinoamericanos y caribeños se mueven entre la solidaridad con Maduro, los tímidos llamados al diálogo y el temor a perder beneficios y acreencias o a ganarse un conflicto. Mientras Venezuela se acerca al precipicio, la llamada comunidad internacional se muestra impotente.


Estados Unidos amenaza con sanciones que, en vez de aportar soluciones, complican más las cosas. Aunque el Parlamento Europeo pidió el cese de la represión y la violencia en Venezuela, la Unión parece inhibida por los errores que se cometieron con Cuba y por experiencias tan calamitosas como las de Afganistán, Irak, Libia o Siria. La injerencia –unilateral en unos casos o humanitaria en otros– solo ha conducido a más caos y violencia. China y Rusia prefieren callar para preservar sus intereses.

Embarcados en búsquedas políticas opuestas, los gobiernos latinoamericanos y caribeños se mueven entre la solidaridad con Maduro, los tímidos llamados al diálogo y el temor a perder beneficios y acreencias o a ganarse un conflicto.

Gobiernos del Alba dan su apoyo a Maduro. Sin embargo, de los otro ocho miembros, en el aniversario de la muerte de Chávez solo estuvieron tres presidentes: Castro, Evo y Ortega; y de los 16 asociados a Petrocaribe, a más de los de Cuba y Nicaragua, llegaron los mandatarios de Jamaica y Surinam. Piñera y Santos llamaron al diálogo, expresaron sus deseos de paz para los venezolanos y recibieron a cambio duras recriminaciones de Maduro. Panamá solicitó una reunión de la OEA, y Maduro rompió relaciones con el istmo y amenazó con no atender la deuda.

Brasil –que, por su peso, debería jugar un papel central– se mueve entre su desinterés por el continente, las ambigüedades de sus dirigentes y sus intereses económicos en Venezuela. Finalmente, ante la persistencia de las protestas, han llamado al diálogo Dilma, el presidente del Partido de los Trabajadores y Lula, en carta que Maduro calificó de “amorosa”.

Los organismos internacionales no se comportan mejor. En el 2002, la OEA y el Centro Carter mediaron en la crisis venezolana, pero ahora se muestran cautelosos. Finalmente, el 7 de marzo pasado, el Consejo Permanente de la OEA expidió una declaración de respaldo a la institucionalidad, el diálogo y la paz, que –al no haber convocado a los cancilleres ni enviado una comisión que examinara la crisis–, fue saludada por Maduro como “una gran victoria”.

Distintas instancias de la ONU (Secretario General, Alta Comisionada de Derechos Humanos, relatores sobre derecho a la asociación y libertad de expresión), desde la distancia, piden al gobierno venezolano garantías para las manifestaciones y atención a las demandas de quienes protestan. Por su parte, la Celac y la Unasur se limitan a cumplir su función de foros destinados a garantizar el respeto recíproco y la convivencia intergubernamental como condición para la paz regional.

Con su silencio, los miembros de la Celac dan la impresión de encontrarse satisfechos con la complaciente aprobación mutua. Unasur recibió en el 2013 el mandato de ayudar a que las dos mitades de Venezuela se escucharan luego de la reñida elección presidencial. Pero la auditoría de las votaciones y la investigación de la violencia del 15 de abril, con las que se comprometió, no fueron atendidas. En febrero pasado hizo un llamado al diálogo, que el canciller Jaua trasformó en respaldo al gobierno. Unasur acaba de acoger la propuesta de Maduro de enviar a su país una comisión de cancilleres. Ojalá que esta vez haga una contribución eficaz.

La compleja transición mundial y la consiguiente incertidumbre de todos los poderes los han sumido en la impotencia. Frente al abuso de los gobernantes o a los métodos violentos de ciertas corrientes de oposición, a los pueblos solo les queda el recurso a la movilización y el apoyo de sectores democráticos, medios de comunicación y redes sociales. No es suficiente, pero, por fortuna aun nos queda eso.... #DefiendeLoBueno

sábado, 15 de marzo de 2014

Un mes de protestas!!!!



El 12 de marzo se cumplió el primer mes de las protestas estudiantiles en todo el país, que hasta ahora arrojan un saldo de 24 muertos a manos de los grupos paramilitares afectos al régimen que actúan bajo la protección de los organismos regulares de seguridad del Estado. Además, hay decenas de desaparecidos y cientos de detenidos.


Los sucesos en La Isabelica, Valencia, revisten particular gravedad. La actuación de los colectivos del gobierno cobró tres muertes, incluyendo a una niña de 6 años y a un capitán de la GNB, y más de veinte heridos de bala.

El estado Táchira se encuentra tomado por el ejército y es poca la información que sale de él, pero se sabe que la FAN arremetió contra la población de Rubio. Entre tanto en Barquisimeto, grupos armados con la GNB y PNB persiguieron a estudiantes al interior de la UCLA, violando la autonomía universitaria, causando destrozos e incendio de las instalaciones.

Por otro lado en Caracas, los estudiantes fueron atacados y perseguidos dentro de la ciudad universitaria por la fuerza pública, en otra violación de la autonomía. También hubo protestas en Plaza Altamira en donde sucedió algo curioso: Nicolás Maduro denunció el supuesto ataque a la Torre Británica por parte de los manifestantes casi una hora antes de que el mismo tuviera lugar, lo que hace pensar que fue una maniobra orquestada por el régimen.


Es evidente que ante su total deterioro la dictadura decidió refugiarse en la fuerza bruta para cuya aplicación no tendrá límites. Abandonar el poder significaría condenas penales por los distintos delitos cometidos, incluyendo los de lesa humanidad, y la pérdida de las fortunas mal habidas.


A pesar de todo esto es ahora cuando Maracaibo a dicho presente y a tomado las calles y esta dispuesto a todo, tal como están los andinos (Gochos), y ya se ven  las tanquetas saliendo arreprimir al pueblo

Pero sin duda, hasta los momentos, el gran perdedor es el régimen, que sin lugar a equívocos se muestra ante el mundo como una dictadura asesina de las más sanguinarias.