sábado, 15 de abril de 2017

La salida está en la calle

En la batalla decisiva por América Latina, que se libra en Venezuela, las fuerzas democráticas han tomado ventaja. La narco-tiranía comunista ejercida por el gobierno títere está arrinconada.

1) No tiene apoyo internacional. Todos los países democráticos la condenan. La opinión pública mundial la rechaza.

2) No tiene apoyo popular. El pueblo está en contra suya por el colapso de la economía y la hiperinflación causante del empobrecimiento general.

3) Carece de legitimidad. Está vigente el acuerdo de la Asamblea Nacional fechado en octubre del año pasado que declaró roto el orden constitucional, lo que obliga a todos los ciudadanos, civiles y militares, investidos o no de autoridad, a restablecer su vigencia comenzando por desconocer la autoridad de Maduro.

4) La presidencia está constitucionalmente acéfala o vacante desde el 9 de enero cuando la AN declaró a Maduro en falta absoluta por abandono del cargo, convirtiéndose desde entonces en usurpador. Y lo seguirá siendo hasta que entregue el cargo a quien designe la AN para que lo ejerze durante 30 días, que es el lapso fijado por la Constitución para la elección del que deba ejercerlo hasta el 10 de enero 2019 cuando vencerá el período presidencial en curso.

5) También están acéfalos o vacantes los cargos ocupados por magistrados principales y suplentes del TSJ cuyos nombramientos fueron revocados por la AN el año pasado, teniéndoseles desde entonces como usurpadores.

6) La Iglesia Católica, poder fáctico, se ha definido contra la tiranía, y en forma categórica ha llamado a la lucha.

Al gobierno títere de Cuba, presidido por Maduro, sólo le queda de sostén el Alto Mando Militar, el poder fáctico armado. Pero el Alto Mando Militar es apenas la aristocracia de la FAN. Y las rebeliones de 1945 y 1958 demostraron el divorcio que suele existir entre esta aristocracia y la que podríamos llamar mesocracia militar, que son los cuadros medios con mando de tropa. En las actuales circunstancias falta únicamente que la mesocracia militar se sume a las fuerzas democráticas para ganar la batalla decisiva.

El modo de lograr su incorporación, como se demostró en 1958, es adoptar la estrategia de la desobediencia civil activa y masiva, para cuya dirección conviene constituir un comando estratégico integrado por los partidos de LA SALIDA y la sociedad civil. Hablo de los partidos de LA SALIDA porque son los probados no-colaboracionistas. Proclives a esta alianza veía hasta ahora a María Corina Machado y VV, junto con Antonio Ledezma y su ABP. Celebro ahora ver en esta misma línea al VP de Leopoldo López. Es lo que deduzco de las últimas declaraciones Freddy Guevara. Faltaría formalizar la alianza con la sociedad civil representada por los asociaciones de independientes que ya existen nacionalmente y en estados, municipios y parroquias.

Lo que uniría a todos es la consigna simple: LA SALIDA ESTÁ EN LA CALLE, pero la calle como expresión de la DESOBEDIENCIA CIVIL ACTIVA Y MASIVA, adaptada a una estrategia de combate cuyo fin sea definir victoriosamente la batalla decisiva con la alianza cívico-militar.

En una tiranía no se pueden dar instrucciones ni de estrategia ni de organización por los medios de comunicación social. En una tiranía la resistencia debe ser clandestina, las instrucciones secretas y las movilizaciones sorpresivas.

Adelanto únicamente que el enemigo no está preparado para la guerra de movimientos al estilo popular. Sus fuerzas se manejan al estilo clásico: actúan como en las batallas del siglo XIX. No actuemos nosotros del mismo modo.

Estudien ustedes las estrategias que aplicamos los del 58 contra la anterior tiranía y las aplicadas después por la primavera árabe y antes por Toledo en Perú. Ahí encuentran la guía para el presente.

Y, por último, asuma cada uno el liderazgo de su entorno (familia, vecinos, colegas, compañeros) y espere el llamado.
LIBERACIÓN NACIONAL...

@felixmatos77


Venezuela es la Siria de América Latina: muerte y destrucción

Lo que está sucediendo en Venezuela en los últimos días, tenemos que verlo con máximo cuidado, porque sus orígenes están aproximados sobre lo que sucedió en Siria al comienzo de la guerra civil. De hecho, en Siria desde el inicio de este milenio siempre hubo voces que denunciaban desempleo, corrupción, delincuencia y diversos males sociales, hasta que llegada esta década, concretamente el 2011, un grupo de adolescentes dibujaron sendas consignas revolucionarias en la ciudad de Deraa, ubicada al sur de ese país.

Tal situación fue severamente castigada con represión y maltrato hacia los adolescentes por órganos de seguridad del Estado, lo cual desencadenó múltiples protestas populares, muchas de ellas exigiendo el llamado a elecciones, lo cual obligaba a realizar cambios constitucionales, pero tales protestas generaron mayor represión, incluyendo asesinatos de civiles, lo cual recrudeció las protestas sobre el mandatario Bashar Al Asad, solicitando su renuncia del poder.

A partir de allí, las tensiones fueron in crescendo y Al Asad, tratando de disminuir los conflictos internos, llamó a un referendo en 2012 para realizar modificaciones a la constitución al punto que lo que era un sistema unitario controlado por el Partido Baath Árabe Socialista, fue sustituido por un sistema “multipolar” de partidos políticos. No obstante, en virtud de que el referendo se hizo con la presencia de un solo partido, Al Asad ganó tal consulta con el 89% de los votos, en un país en donde el voto es obligatorio, lo cual fue denunciado como farsa y estafa electoral por sus opositores.

Por otra parte, el nuevo sistema electoral, prácticamente en nada cambia el anterior “sistema republicano”, porque el mismo aprobó un período presidencial de siete años con posibilidad de dos reelecciones inmediatas, sin carácter retroactivo para el actual período constitucional, lo cual equivale a decir, que Al Asad, pudiera comenzar de cero (luego de estar en el poder desde el 2000), sí resultara electo en nuevos comicios.

Lo insólito del nuevo esquema de partidos, es que éstos sólo puede conformarse bajo la aprobación de las condiciones políticas, económicas, sociales y técnicas que les sean impuestas por el propio gobierno (¿secuestro de poderes?), y para ser candidato presidencial, entre muchas barbaridades, como el tener mínimo el apoyo de 35 parlamentarios, (con un poder legislativo en total control del actual presidente), también se exige haber vivido cuando menos los últimos 10 años continuos en el país (aunque sea sirio por nacimiento) y no estar casado con mujer extranjera (¿xenofobia o autodeterminación de los pueblos?).

Esa situación incrementó la violencia en Siria, lo cual originó la formación de grupos rebeldes sobre un amplio espacio del territorio, que derivó no sólo en una lucha de carácter político, sino de tipo religioso entre la mayoría sunita del pueblo contra la minoría chiita-alauita de Bashar Al Asad, siendo esta la razón fundamental, desde la perspectiva de muchos analistas, por la cual el conflicto adquirió dimensiones extraterritoriales.

Según el mediador del conflicto de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para Siria, Staffan de Mistura, para 2016 la guerra civil llevaba un saldo de unos 400 mil muertos¹, lo cual resulta un exabrupto para un país que debería tener para este momento en promedio poco más de 20 millones de habitantes, pero en cambio, cifras de organismos de derechos humanos, sitúan en más de 5 millones el número de desplazados hacia otras latitudes del llamado Oriente Próximo y Europa, fundamentalmente Turquía, y cuyas imágenes de semejante tragedia, quedaron corroboradas con la muerte de Aylan², aquel niño que murió ahogado y cuyo cuerpo apareció sobre una costa.

Por supuesto, el último de los escándalos más repudiables tiene que ver con el empleo de armas químicas en los cuales habría fallecido un número aproximado de 100 civiles, y en cuyos hechos se acusan de manera mutua tanto el gobierno de Al Asad como los grupos rebeldes, el primero acusando a Trump, con el propósito de buscar una injerencia de Occidente en el conflicto, (en el cual por cierto, Rusia juega papel estelar) y los segundos, como una aberración del gobierno por mantenerse en el poder al tratar con dichas armas de disuadir sobre la creciente oposición.

Lo que ocurre en Siria, aunado con el ataque que Trump ordenó sobre dicho país en el cual murieron por “error” 18 militares aliados de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, siglas en inglés)³, así como empleando el arma “no nuclear” más poderosa sobre Afganistán, supuestamente para atacar al mal llamado y autodenominado Estado Islámico (ISIS, también siglas en inglés), sin obviar que éstos últimos continúan con fuerte presencia en Irak, y el aumento de sus ataques terroristas en Europa y otras partes del mundo, en donde hasta Rusia (aunque lo niegue por razones políticas) también fue objeto de embestidas mortales en sus instalaciones de transporte masivo, configuran un complejo escenario en las tensiones geopolíticas mundiales, sin olvidar que Corea del Norte se encuentra en el ojo del huracán.

Ante tal realidad, considero que el viaje que realizó Maduro a Rusia, además de motivos económicos y por venta de nuestra petrolera, tiene que ver con la necesidad de asesoría política y la posible intervención de Putin, en caso de que nuestro presidente arreciara sus decisiones en contra de la población, decretando un estado de “conmoción interna”, lo cual suspendería cualquier evento electoral en el corto plazo y agravaría desde mi perspectiva la situación venezolana hasta los niveles de conflicto que se iniciaron en Siria.

Los últimos hechos ocurridos en Venezuela se parecen mucho a los que desencadenaron la guerra civil en la nación árabe. Desde el desconocimiento hacia la Constitución, burlando las elecciones, la represión y el asesinato de civiles por parte de cuerpos de “seguridad” del Estado, la quiebra de la economía, el desconocimiento del poder legislativo e incluso, curiosamente, aunque digan que les han dado “libertad”, el hecho que haya habido adolescentes detenidos en una confusa acción en contra del presidente. Todas son situaciones que coinciden con lo sucedido en Siria antes y durante el conflicto.

Maduro tiene en Siria el ejemplo más palpable para la destrucción total de un país. Sólo llamando a elecciones de manera inmediata con un cronograma electoral definido o una Asamblea Nacional Constituyente (la cual considero, sería la mejor opción) y con una observación internacional aceptada por todo el país es posible encontrar un cauce para abrir espacios ante la crisis política. ¿O será que Maduro quiere convertir a Venezuela en la Siria de esta parte de nuestro continente? A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.