jueves, 18 de abril de 2013

Mi querida Venezuela, no te rindas



La democracia venezolana está recibiendo otro azote. El dolor se siente en el rostro de sus ciudadanos y en ese tenso silencio que camufla la decepción. El espíritu de la libertad se ha visto lastimado, mientras quienes le oprimen sonríen frente a las cámaras y lanzan nuevas ráfagas de insultos. Pero está prohibido rendirse. Ninguna dictadura es fácil de vencer y, aún menos, si se les deja sin contrapeso. Si todos dejamos caer los brazos.

La decepción es grande. Es comprensible. Los años de esfuerzo por encontrar un nuevo camino parecen durar hasta los próximos comicios y, tras un día de incertidumbre y miedo, las esperanzas caen como un castillo de naipes en las manos de unos rectores a quienes, a pie de calle, nadie cree en su imparcialidad política. Sin embargo, debemos encontrar en cada tropiezo un impulso para seguir caminando. Para sentir el tricolor en las gorras y en los corazones.

Sólo nosotros podemos ofrecerle a Venezuela un futuro próspero. Pero no se puede ser cómodo. La redención de la democracia no llegará con el apoyo de Estados Unidos o de la violencia. No. Ese es el trabajo de otros. De los que reciben órdenes de dictadores más experimentados y crean sus propios grupos armados. Por el contrario, la solución está en educar a la sociedad en su totalidad, encontrar espacios de entendimiento, dar un punto final a la intolerancia e ignorar a quienes llenan su falta de argumentos con dosis de insultos y amenazas.

Está prohibido rendirse. Al menos, hasta que nunca más se escuchen las detonaciones de balas irrumpiendo la calma de la noche, hasta que las diferencias de pensamientos sean una oportunidad para encontrar acuerdos más amplios, hasta que todos puedan comprar alimentos sin necesidad de largas colas o precios impagables, hasta tener una sólida y diversificada economía. Simplemente, hasta que Venezuela se convierta en el país en el que todos anhelen venir a vivir, en vez de ser el lugar en el que todos temen perder la vida.

Las manifestaciones en las calles son una demostración del descontento popular. Los resultados han generado dudas, pero estas se han convertido en desconfianza cuando se observa a un sector oficialista negándose a contar los votos, cuando se anuncian las detenciones de los líderes de la oposición y cuando se espera menos de 24 horas para investir a Maduro. Es obvio que algo no concuerda. ¿Por qué tanto nerviosismo si son “una mayoría”? Quizás es que saben que las mentiras tienen patas cortas.

Por esto, es vital que no nos rindamos. Para quitar las vendas de mentiras que ciegan a la población. Esas que hacen pensar que todas las deficiencias nacionales son causadas por conspiraciones inexistentes y que impiden comprender que “la libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe”, como decía el poeta Ramón De Campoamor. Es decir, debemos ayudar a transmitir la luz que permite diferenciar a la libertad del libertinaje y el caos.

Los sectores oficialistas deben entender, a su pesar, que la impunidad a los crímenes o a la corrupción no es libertad; sino que es el derecho a transitar por las calles de la ciudad sin miedo, a poder expresar tus ideales políticos sin represalias o persecuciones, a tener un servicio sanitario en estupendas condiciones (para el más pobre y el más rico) y una educación en la que se estimule el libre pensamiento.

Esto es lo que merece Venezuela. Una libertad que, cual musa, nos inspire a que nunca nos rindamos, a que nos alejemos del fanatismos político o movimientos extremos y que nos haga alzar la voz para exigir, en todo nuestro derecho, un presidente transparente y legítimo. La nación reclama un Primer Mandatario legal y que comience su mandato ofreciendo soluciones, en lugar de amenazas, presiones y peleando hasta con otras naciones.

Entonces, mi querida Venezuela, no te rindas. No permitas que las cadenas de la tiranía sepulten tu espíritu libre y mestizo que siempre se ha caracterizado por ser indomable. No apagues las luces de la democracia para internarte en el oscuro paseo de la violencia. Eres mejor que eso. No necesitas más sangre en tu tierra, ni más dolor en tu corazón. La fuerza brota innata de la bravura de tus ríos, del palpitar de tus selvas y en la cálida mirada de tus ciudadanos. Entonces, mi querida Venezuela, no te rindas y prepárate para conquistar uno de los retos más difíciles: recuperar tu libertad.

Las mentiras de Nicolás

Pinocho Venezolano

El discurso de Nicolás pronunciado en un balcón lateral del Palacio de Miraflores a un grupito de seguidores, con una actitud triste y de incredibilidad, transmitido en cadena nacional fue pobre, vacío demostrativo de un hombre improvisado que no está a la altura del cargo que ilegítimamente se atribuye.



Fue discurso cargado de rabia, traslucía miedo e incertidumbre, pobreza de lenguaje e ideas, alejado de la realidad penosa y difícil que Nicolás profundizó en su espurio mandato de 120 días.

Una pieza de pobre oratoria que denota su extremismo inconveniente para llevar adelante a un país profundamente resquebrajado, conocedor de sus derechos y expuesto su bienestar a la incompetencia en el manejo de las finanzas públicas y monetaria.

De igual forma, el discurso Nicolás en su apurada proclamación fue una letanía de invocaciones al “Padre eterno”, al “Comandante Invencible”, una torpe exposición de las razones por las cuales él había sido ungido y solo él debía ser el candidato de la revolución; una parejera jalada a la familia Chávez para buscar su place.

El pobre Nicolás asume torpemente el rol obrero, de sufrido revolucionario que ha evidenciado una lealtad constante al “Líder Supremo”, cuando todo el mundo conoce su tránsito permisado por el Metro y su desaparición inexplicable en lo sucesos de abril de 2002.

Nicolás en cadena nacional mintió descaradamente nuevamente, en menos de dos días, al país y al mundo cuando expresó que él solo había hecho campaña 10 días, sin recursos y con un esfuerzo enorme al recorrer la geografía nacional, que él desconoce.

Nicolás obvia que el pueblo, chavista y no chavista, no lo quiere, votó contra él.

Anoche la cacerola sonó en unidad sentida ante los desmanes del CNE y las mentiras de Nicolás

Nicolás, hoy amenaza a los medios de comunicación “definan con quien están”.

Nicolás basado en la mentira amenaza a Primero Justicia, a Capriles y a los venezolanos que no se calan el oprobio, la mentira de su triunfo y el abuso que le acompaña.

Nicolás niega autorización a la marcha de mañana y ofrece mano dura a los que se atrevan a marchar.


Nicolás es pura mentira: su liderazgo, su triunfo, su lealtad con Chávez, su condición de obrero, su preparación, los hechos de violencia que narra y las motivaciones de muerte que dice inspiran a los que protestan y, muy especialmente, su talente democrático y tolerante.