jueves, 20 de diciembre de 2018

Suenan las Campanas...

Suenan las campanas anunciando la navidad, la despedida del viejo año y la bienvenida del año nuevo. Tiempo de pausa, de evaluación de nuestros actos, de compromiso de no cometer los errores en los que hemos incurrido, y edificar en nuestro pensamiento y las acciones que nos tocan, nuestro porvenir inmediato. Ese futuro que sigue no es sólo mío, sino que está asociado a la gente con la que vivo y a la sociedad militar a la que le he dedicado mi vida.

Desafortunadamente, los presagios que embisten a nuestra República no son para nada alentadores. La banda que administra al estado venezolano está ofreciendo nuestro territorio como centro de ensayo de guerra a los complejos militares industriales de mayor poder de fuego en el mundo. Esto es una irresponsabilidad que no se sabe cómo se puede calificar. Es inaudito que estemos cerrando el año con la presencia, hace pocos días, de aeronaves de guerra TU-160 y Antovov.

La guerra en territorio de Irak, mediante la cual se destruyó para siempre buena parte de la cultura que se levantó entre el Tigris y el Éufrates, se desarrolló y culminó en un territorio ajeno a las dos potencias que tienen la tecnología de punta en el arte de la guerra. Ninguno de los ejércitos que poseen tal desarrollo armamentístico, se atrevía a probar sus armas en el propio territorio en el cual se fabricaban, pero no hubo dudas de la realización de ensayos en el Golfo Pérsico-Arábigo o lo que se llamó, la guerra caliente de Irak.

Por estos días, y desde hace un buen tiempo, se sucede una situación parecida en Siria. Este país está convertido en el laboratorio, por excelencia, para experimentar el armamento de aire, mar y tierra de los países más desarrollados en materia misilística y aún, por corroborar, en la industria química de destrucción. Las pérdidas de vidas y el número de heridos se cuentan por miles. Además, esto ha traído por derivación, que allí se produzca el fenómeno migratorio de mayor importancia en el planeta.

A los venezolanos nos toca parar estas políticas desquiciadas de la banda de orates que nos gobiernan. Causa indignación y tristeza que la negligencia ostensible y la inobservancia manifiesta de las normas internacionales que orientan estos delicados asuntos, nos lleven a ofrecer nuestro territorio como espacio de verificación de armamento nuclear. Las consecuencias que viviría nuestra población sería devastadora.


Se subleva aún más nuestro espíritu, cuando las circunstancias que rodean estos hechos, encuentran a unas tropas desmoralizadas, con un número importante de presos sin justificación, a quienes no se les sigue juicio, y tienen condena predeterminada. A muchos de ellos se les ha dispensado un trato inhumano, cruel y degradante, y hasta tortura. Otros están seguidos y perseguidos pero todavía en territorio venezolano, sin embargo, hay una porción importante que está fuera del país viviendo las penurias del exilio.

Por estas horas, y aun bajo estas circunstancias adversas, la fuerza armada vive el regocijo de la navidad. Esperamos al Niño Dios y sus anuncios de nuevos y buenos días. Cantamos aguinaldos, gaitas y parrandas que expresan nuestro júbilo por un porvenir que nos depare la paz en nuestros corazones, la prosperidad de nuestro pueblo, y la felicidad de nuestra sociedad envuelta en la pascua del nacimiento. A pesar de todo, los presos, exiliados, y familias de los caídos, anidan la navidad.

Un sentido abrazo en la distancia, Feliz Navidad.

jueves, 6 de diciembre de 2018

El madurismo traicionó y asesinó al chavismo

Hoy 6 de diciembre de 2018 se cumplen 20 años en que Hugo Chávez llegó a la presidencia de la República en elecciones libres, y enterró políticamente al status quo de la época, es decir, Acción Democrática (AD) y el Comité Político Electoral Independiente (Copei), sin obviar, que el elegido mandatario nacional en esa fecha fue objeto de un sobreseimiento por parte de Rafael Caldera en 1994, dos años después de haber comandado un intento de golpe de Estado contra el entonces presidente, Carlos Andrés Pérez, aquella madrugada del 4 de Febrero de 1992.

Desde que Hugo Chávez llegó al poder, más allá de las críticas que pudiesen generarse sobre su modo de gobernar, la verdad es que el nivel de vida de los venezolanos mejoró de manera trascendente en sus distintos niveles sociales, y aunque los detractores de sus políticas de gobierno, intenten achacarle que fue durante sus períodos en Miraflores que se originaron parte de los problemas que azotan a la República, bastaría revisar las propias cifras de los organismos internacionales para comprobar que la realidad fue positiva durante esos años.

Desgraciadamente, la muerte de Hugo Chávez que para muchos fue objeto de un fallecimiento inducido, desembocó en la mayor de las tragedias para Venezuela. En efecto, la posterior llegada de Nicolás Maduro al poder como su sucesor, originó la traición y el asesinato del chavismo. De hecho, bastó un sexenio para ver el cómo lo que había logrado el líder de la revolución bolivariana en beneficio del pueblo del Libertador, todo, absolutamente todo ha sido destruido por el madurismo.

Trascurridas dos décadas en que Hugo Chávez junto con el pueblo lograron derrotar a las mafias políticas del bipartidismo, la realidad para los venezolanos está cada día peor. Cuando Hugo Chávez llegó al poder, la inflación estaba en promedio del 30%, hoy la hiperinflación bordea cifras millonarias, o sea, superiores al 1.000.000%. La pobreza estaba alrededor del 50% y disminuyó con Chávez hasta colocarse en cifras cercanas al 20% del país, en la actualidad el 80% de la población está en condiciones miserables, al punto que el salario mínimo ni siquiera alcanza los 10 dólares mensuales, y apenas si permite comprar un kilo de carne, uno de azúcar y un cartón de huevos.

Mientras en el chavismo, los venezolanos presentaban altas tasas de viajes al exterior en turismo internacional, con el madurismo cifras conservadoras sitúan en no menos de tres millones de venezolanos que han abandonado el país por razones de destrucción política y económica. Con Chávez los niveles de educación y salud alcanzaron niveles envidiables de desarrollo, el madurismo ha condenado al país con altas tasas de deserción estudiantil y docente, mientras que nuestros niños mueren en los hospitales por falta de medicamentos.

Durante el gobierno de Chávez se rompieron los registros en la compra de vehículos nuevos e inmuebles, lo cual beneficiaba de manera directa a la clase media, hoy con Maduro, no solamente lo que queda de clase "media" emigra a diario en cantidades importantes de la población, sino que esa misma clase social prácticamente ha desaparecido desde 2013.

La espantosa corrupción que no podemos negar se originó con Hugo Chávez dejando una oscura mancha en su gobierno, ha sido con el madurismo que ésta se ha exacerbado, al punto que la cúpula del partido oficialista vive en lujosas mansiones, se desplazan en camionetas último modelo, sus hijos estudian en el exterior, y ninguno de ellos, o sea, quienes controlan el poder nos muestra públicamente sus cuentas bancarias porque en definitiva se han concentrado en saquear las arcas públicas, a costa del hambre de los más desposeídos.

Cuando Hugo Chávez llegó al poder, y el barril de petróleo se encontraba en 7 dólares, los venezolanos tenían ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas. 20 años después con Maduro en el poder, y el barril de petróleo sobre 50 dólares por barril, éste sólo funciona para que los integrantes de la cúpula madurista se conviertan en magnates económicos, aplicando el terror político sobre el pueblo.

Hace 20 años nació un proyecto de Constitución que fue apoyado por el 72% de la población en legítimo referendo. 20 años después los asesores y defensores del madurismo son hasta "juristas", "constituyentes" y "articulistas" que juraban sacar a Chávez a patadas, o muerto de Miraflores, y sólo buscan derogar la Constitución de 1999 para perpetuarse en el poder, mientras ríen de ver al pueblo en la pobreza y miseria más espantosa, cuando vemos que hasta un ministro del "trabajo" se ufana públicamente que el salario mínimo sólo alcance para comprar "medio kilo de queso".

Hace 20 años el chavismo fue una esperanza para Venezuela y los pueblos de América Latina. 20 años después, el madurismo representa la bazofia política más putrefacta y degradante de la historia de Venezuela, y la vergüenza más grande que pueda tener la llamada izquierda en la propia región latinoamericana. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.