viernes, 15 de febrero de 2013

¿Por qué muere un scout?


Un scout muere por irse acampar, ser acobijado por una noche de estrellas con el murmullo quebrantado de una fogata y los sueños compartidos con sus hermanos scouts en campamento.



Un scout muere por un chocolate después de una gran caminata y reirse al  ver que lo debe compartir aunque solo le toque un mordisquito.

Un scout muere por intercambiar insignias, por quedarse con la historia de otras vivencias, por un trofeo de campamento, aunque eso sea un pedacito de tela lleno de barro.

Un scout muere porque llegue cada sábado, sabe que es el mejor día de la semana, lleno de fraternidad y aprendizaje.

Un scout muere por alcanzar su máxima insignia, demostrando años de perseverancia y gran espíritu.

Un scout muere por sentarse en un pico muy alto, después de una larga travesía y sentir que le falta el aire pero jamás el entusiasmo.

Un scout muere por seguir el legado de un movimiento con más de cien años, y él y ella son parte de esa historia.

Un scout muere por ser el mejor de la clase, el graduado con honores, por ser el mejor hijo; porque los scouts somo íntegros en lo que hacemos.

Un scout muere porque toda su familia sea scout para que le entiendan porque es tan feliz con un morral al hombro, lejos de casa, en el hogar feliz que vive en el campamento.

Un scout muere por crecer y convertirse en dirigente, porque también quiere ser un ejemplo, retribuir lo que  ha recibido con amor.

Un scout muere por ser el mejor ciudadano y con el pensamiento libre.


¿Y qué pasa entonces cuando un scout muere no como expresión coloquial de la pasión por el escultismo, sino en manos de la violencia desbordada que vive Venezuela?

Cada semana escuchamos, leemos, nos enteramos, cómo la sangre que se derrama en nuestro país es de nuestros jóvenes y en esta oportunidad le tocó a un chico de 16 años, cuyo único atrevimiento era estar en su campamento de carnaval disfrutando de su programa scout, de la compañía de sus hermanos scouts, alimentándose de la vida al aire libre, donde se aprende a valorar en la naturaleza la obra de Dios.

Un muchacho que era una promesa para esta patria. Yo no lo conocí pero no hace falta, porque yo soy scout, el scout es hermano de todo otro scout. Entonces hoy también estoy de luto, porque tal vez Alessandro sería un excelente veterinario, pintor, médico, mecánico, maestros, qué se yo; pero sin duda alguién útil a su país, porque eso dice nuestra promesa que hagamos. Sí, ese pañuelo que llevamos en el cuello habla de nuestro compromiso con la vida.

Me permito hacer llegar mis condolencias a su familia y a todos los que esta noche tenemos lágrimas y oraciones por este muchacho y sobre todo por sus parientes, compañeros de Clan, scouts, lobatos, lobeznas  y dirigentes que deben afrontar un profundo dolor.

No hay semblanza política en este post, solo un llamado a la paz, a una urgente paz.


No podemos seguir normalizando la violencia y las pérdidas humanas; es necesario que el Estado, ese que habla de una juventud protegida, se conduela de nuestra indefensa vida y procure la protección de todos sin distingo alguno; simplemente porque merecemos vivir, es nuestro Derecho más importante.


Mi abrazo fraterno a la Asociación de Scouts de Venezuela, quien fue mi hogar por más de 20 años; hoy un hogar en luto. Espero que hagan lo propio como institución y ejerzan un repudio público ante este asesinato.

Misión cumplida Alessandro, insisto, antes de tiempo.

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