La muerte de
la MUD mostró la traición de los partidos políticos del siglo XX, la
descomposición en el liderazgo político, una brutal desconfianza del ciudadano
y un Ambiente Político Real caracterizado por la inexperiencia de operadores
políticos que deberán transformarse en verdaderos líderes.
La muerte de la MUD,
ahora y después del viernes 3 de noviembre, muestra a un régimen autocrático
militarista acorralado que intenta una huida hacia adelante como resultado de
la presión internacional, a tal extremo que pudiera condicionarlo a un default
mientras que a lo interno, el hambre y la miseria exponencial delatan la
posibilidad cada vez más cercana de una explosión social.
La muerte de
la MUD, entonces, hoy dibuja a un régimen que trastabillea e intenta, por ser
autocrático-militarista una huida hacia adelante y en su desesperación, de
manera perversa, ordena la destrucción de la AN para lo cual de forma cobarde,
usando la infra-política demanda el apoyo de un Partido Político en Armas
inmoral que acepta que se le emplee como Gobierno Cívico-Militar los viernes de
cada semana. Esas maniobras pudieran colocar a Venezuela como una sociedad en
calamidad político-social. Calamidad político-social entendida como el
infortunio y desgracia creada por el post-chavismo, generador de tribulaciones
y conflictos en la sociedad venezolana, hasta colocar al país a nivel de la
hecatombe, del desastre. Calamidad político-social que va aumentar,
necesariamente, la observación internacional y el rechazo de múltiples
gobiernos a esta tiranía cobarde del hiato Maduro-Padrino.
Esta
calamidad político-social como desgracia es lo que pretende este régimen
acorralado que no tiene forma para desdibujar la tiranía, no tiene manera de
conseguir recursos monetarios, no tiene aliados ni en América ni en el mundo, y
en lo que se refiere a China y Rusia, tendrán estos países que pensarlo bien
frente a la calamidad político-social que promueve el bestiario militarista.
Bestiario militarista que se aprovecha del dolor, de la necesidad y la penuria
de la mayoría de los venezolanos. Así el bestiario como gobierno no puede
entender a nuestro millares de jóvenes hambreados que no pueden asistir a la
escuela, mucho menos a las múltiples madres heroínas que no tienen como
elaborar el sustento diario para la familia, y a los millones de hombres que
viven en situación de vergüenza mientras el régimen autocrático militarista
disfruta de la mieles del poder y, sobretodo, de la corrupción y de la conducta
gansteril asociada a la droga.
La calamidad
político-social muestra como un régimen acorralado, apoyado por el Partido
Político en Armas como Gobierno Cívico-Militar, intensifica una perversa guerra
psicológica, enfermiza, primitiva, incrementa la persecución en múltiples
direcciones hacia los venezolanos y persigue al cuerpo de Diputados. El
bestiario militarista se afinca en la calamidad político-social y se muestra
como gobierno, empleando la peinilla y el machete, e imponiendo la fuerza para
aumentar la desgracia y el dolor de un venezolano común y corriente que no
tiene trabajo, que no consigue alimento, que no recibe asistencia médica y que,
además, quedó sujeto al fraude electoral del 15-O creando una enorme frustración
en quien hasta ahora había defendido el voto como un modo de participación
política contendiente.
La calamidad
político-social hace que los demócratas tengamos que entender definitivamente
que el CNE, junto al Plan Republica y el dominio de los medios de comunicación,
no garantiza un proceso electoral de acuerdo a lo establecido en la
Constitución, en especial en su artículo 2 de la Ley de Procesos Electorales.
La calamidad político–social obliga, entonces, frente a este régimen acorralado
en huida hacia adelante a fortalecer el comportamiento ciudadano para construir
un respuesta frente a la creciente ingobernabilidad. La calamidad
político-social que llena de dolor a los venezolanos es quizás el factor que
explica una frustración frente a la política doméstica, una ausencia total de
gobierno, una desintegración de la AN y, frente a todo esto, al bestiario
militarista como gobierno cívico-militar en la peor situación política del
país.
La calamidad
político-social en Venezuela llama, aún en su dolor, a la ciudadanía que es
quien decide haciendo uso de la resistencia civil para enfrentar la
conflictividad. La calamidad político-social tendrá que construir una
respuestas alrededor a los más altos valores del venezolano, entendiendo la
desgracia política que se ha encumbrado desde el golpe de Estado del 4-F y
27-N. La calamidad político-social que hoy vive Venezuela es el producto de un
grupo de uniformados, en concordancia con el marxismo-leninismo derrotado en
1973, hicieron las paces para reflotar la locura del marxismo en América
Latina.
Léase la calamidad político-social reconoce la combinación criminal del
castrismo conjuntamente con unos inescrupulosos golpistas, que entendieron y
entienden que las bocas de fuego podrían servir para lograr un cambio social en
la Republica… Esos barbaros deben saber que destrozaron la República, que lo
que hay es hambre y miseria, pero además de eso -mucho más importante- hay aún
con la calamidad político-social que padecemos una mayoría de hombres y mujeres
que no están dispuestos a permitirle al régimen acorralado en su huida hacia
adelante, que puede lograr atornillar a la barbarie del socialismo a juro en
América Latina.
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