Escribo tantas veces y por años sobre este escenario final, que nos provoca solo reeditar lo que pronosticamos sobre esta suerte irremediable de un régimen basado en el abuso y la mentira.
Pero nunca imaginamos que en el camino se quedara el máximo hacedor de esta calamidad histórica y menos que dejara como albaceas a este pobre equipo de arrogantes de tan ridículas incapacidades, que no les quedó más alternativa que desnudar su abyecta sumisión a los Castro, convirtiéndose solo en procónsules de pacotilla de esa mazmorra social caribeña y de ñapa pretender que nuestro país de rebeldes, informales y libertos se transforme en misera nación de indigentes postrados, sumisos y alineados en las colas de la vergüenza como las que imperan en la tiranía cubana, con la mano extendida para recibir el irrisorio y menguante sostén del régimen.
Pero he aquí que llegamos a un punto en que la mayoría no solo se expresó electoralmente, sino que reclamó su victoria con un amenazante protagonismo, que hasta asustó a algunos de sus propios convocantes, que por años fueron cultores de una paciencia infinita plagada de sumisiones al chavismo.
Celebremos entonces que ahora nos encontramos ante unas definiciones claras de los campos políticos, donde uno representa la democracia y legitimidad de liderazgo y el otro la usurpación, el fraude, la violencia fascista y la ya desnudada demagogia, que no puede sostenerse siquiera como régimen basado en precarios consensos y que se tentó con pasar a otro sostenido sobre el atropello, ahora visible ante la comunidad internacional que transita desde la alcahuetería para con el mecenas venezolano, a un situación de distanciamiento e incluso a ríspidas recriminaciones, que abrirán paso al desconocimiento abierto.
Mientras la oposición venezolana se mantenga en el terreno del desconocimiento al régimen usurpador no hay divergencias que no puedan y deban ser subsumidas y reducidas al mínimo, para presentarnos juntos en todas las tareas de movilización que obligarán a la salida del gobierno irrito de Maduro del escenario y que lleve al reconocimiento del verdadero presidente electo, Henrique Capriles.
La impugnación no es manipulable por el chavismo porque no espera de ellos su satisfacción, la impugnación expresa la repulsa que solo se saciará con el cambio de régimen.
Vienen tiempos muy difíciles pero inevitables, se divisan meses de cambios bruscos a pesar que su antesala solo presagie esclavismos de un manso pueblo al que estos cacos de la politiquería terminaron convirtiendo en un volcán de indignados, dispuestos a sacarlos del juego sí o sí.
Pudieron hacer todo completamente distinto pero la codicia y su naturaleza social lumpen les llevó no solo al despliegue de su máxima incompetencia, sino a pretender que nacieron como los malandros con el derecho a reventar a sus víctimas, hasta que un día todo se colma y se cumple aquello de: “no hay mal que dure 15 años ni cuerpo que lo resista”.
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