“Nada más peligroso que una revolución armada analfabeta” (Pedro León Zapata)... Quizás la educadora, especialista en Derechos Humanos, doctora y precandidata a la AN pensó que si Arturo Uslar Pietri propuso sembrar el petróleo, no sería descabellado proponer sembrar el acetaminofén. ¿Qué no hay acetaminofén porque lo están acaparando?, pues “sembremos maticas de acetaminofén”, dijo la dirigente del PSUV.
Este disparate que movió a la risa a millones de tuiteros al hacerse viral el video de la intervención de la apasionada seguidora del chavismo, en realidad lleva subyacente un tristísimo y dolorosísimo mensaje, pues revela el deterioro intelectual y el fanatismo sembrado por Hugo Chávez, que comporta una serie amenaza para el desarrollo del país y su inserción en el competido sistema económico mundial. Y lo más grave: la absurda proposición recibió los entusiastas aplausos aprobatorios de la audiencia ataviada de rojo.
Posiblemente lo de la siembra del acetaminofén y esos aplausos no sea lo más grave. La “aventajada” joven, de espíritu rebelde aunque uniformada de rojo, mostró inmensa conformidad o resignación ante la vida, ante el futuro, ante los obstáculos.
Esta educadora, sin duda egresada de una de esas universidades bolivarianas que fueron creadas para adoctrinar, no para educar (al estilo de la que “formó” a Nicolás en Cuba), también propuso, “¿que no hay café?, pues vayamos a casa de nuestras abuelas y tomemos guarapo de miel, con el papelón que nosotros hacemos”. Esta proposición de Rona –es el nombre de esta pobre muchacha que no es más que víctima- revela una inmensa falta de conciencia histórica y nacional, falta de orgullo por lo que fue esta tierra cafetalera capaz de producir el mejor café del mundo, mismo que le dio sustento a sus ancestros e hizo posible el presente, desde la colonia, hasta la llegada del petróleo. “Que se pierda el café, tomamos guarapo”. Y cuando se pierda la caña de azúcar, seguramente beberemos aguas negras.
Hasta que hace pocos años el chavismo acabó con las plantaciones de café, hoy consumidas por la roya causada por la expropiación de Agroisleña y su sustitución por esa Agropatria que es incapaz de proveer los insumos agrícolas, el venezolano estaba orgulloso de ese grano que tanta satisfacciones daba a los paladares dentro y fuera del país. Pero ella, lejos de lamentarse por la pérdida de parte de nuestra historia, propone tomar guarapo en casa de la abuela. ¿Es ese conformismo lo que sacará a Venezuela del subdesarrollo?
Y ese conformismo es secundado por “notables”. Marisabel Rodríguez criticó a quienes se rieron de la muchacha con el argumento de que “nuestras abuelas nos ponían supositorios de glicerina contra la fiebre”. Aun siendo esto cierto –cabe apuntar que la aspirina, que sí viene de una planta, se produjo desde mediados del siglo XIX y el acetaminofén, que es sintético, se comercializó desde 1953- la “defensa” de la ex esposa del comandante eterno sugiere que el progreso no debe existir, que los errores del pasado no es necesario superarlos y que justifican plenamente los del presente.
Y es que ese fue el plan comunista de Hugo Chávez: La destrucción del pensamiento. El pensamiento, la educación, la cultura, son los peores enemigos del comunismo, en particular, del comunismo de un bruto ignorante con enormes limitaciones y resentimientos. Imposible dominar a una población talentosa, educada, pensante. “Todo el que se eduque dejará de votar por mí. ¿Desarrollo? No, no lo necesito pues tengo mucho petróleo”.
Las palabras disparatadas de esa muchacha, a quién Hugo Chávez hizo su víctima y descerebró para que le diera su voto sin preguntarse siquiera de dónde venían las riquezas de sus gobernantes, así como los aplausos de los oyentes –igualmente víctimas- revelan el país que el galático planificó como su hacienda personal.
¿Acaso hay alguna diferencia entre la propuesta de sembrar matas de acetaminofén y construir gallineros verticales y cultivos hidropónicos en las azoteas de la viviendas? En una economía de esa naturaleza perdería sentido la aglomeración en ciudades por pérdida de sus ventajas económicas. Desaparecerían las ciudades y volveríamos a los feudos rurales del medioevo y etapas previas al nacimiento de ciudades. El chavismo plantea un viaje al pasado. Es una máquina del tiempo solamente capaz de llevarnos a tiempos remotos idos, anteriores a la invención de la escritura. La visión que pretende conducir a Venezuela al período Neolítico.
Y justamente ese país tenemos. Dominado por la ignorancia. Y por la corrupción, el tráfico de drogas, las violaciones de Derechos Humanos, la inseguridad, la muerte, todos estos imposibles de aceptar sin esa ignorancia cómplice.
Dolorosamente, Hugo sembró ignorancia, corrupción y muerte. Creó mendigos fieles a causa de los mendrugos recibidos a cambio de su voto y la ceguera ante el expolio.
Sí, reímos, quizás por la misma razón que Juan de Dios Reza, escribió Derrick: Reír llorando a veces es la única opción que resta para superar el dolor causado por la destrucción de Venezuela y el futuro de nuestros hijos; para superar el terror ante la posibilidad de ver un día un pueblo de hijos como Rona y esos que la aplauden. Rona, como todos ellos, son acreedores de mi compasión y de esa risa en llanto; lástima que también les ha sido sembrada la vocación de asesinos que se hace patente en frases como “soy yo o la guerra (…) si fracasa la revolución habrá tiempos de masacre y muerte (…) la guerra civil es fratricida pero necesaria (..) cuando una bala atraviesa la cabeza de un escuálido hace un ruido hueco”.
Esta realidad, el “legado de Chávez”, es a la que se enfrenta el pueblo venezolano que en su gran mayoría, ha dicho “¡basta!”
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