miércoles, 23 de abril de 2025

Cachicamo llama a morrocoy Conchuo

 El Dictador Nicolás Maduro aseveró que el salvadoreño, Nayib Bukele, es «un violador de los derechos humanos, un violador serial de la libertad, de la dignidad de los seres humanos y al trato justo» y exigió que libere de inmediato a los 252 migrantes venezolanos encarcelados en en ese país. Asi vemos como cachicamo llama a morrocoy conchuo...

Por primera vez Nayib Bukele reconoció que tiene a 252 venezolanos en cárceles, sin juicio, sin derecho al debido proceso y a la defensa. Además, se niega a dar fe de vida de cada uno de ellos», mencionó Maduro, quien le aconsejó al salvadoreño que «abandone el camino de la desaparición forzosa, que responda al cuestionario del fiscal general de Venezuela, de fe de vida de todos los secuestrados, que indique cuáles fueron los supuestos delitos que cometieron».

Por otra parte el (Titere) Fiscal  Tarek Willian Saab destacó que el debate mundial entorno a la desaparición forzosa de los 252 migrantes venezolanos que «están secuestrados, no se les ha permitido acceso a una llamada para sus familiares (…) a los abogados salvadoreños que han sido contratados por sus familiares, ni a ningún organismo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (…); porque no hay ningún delito allí, están sencillamente secuestrados.

El domingo, Bukele propuso a Maduro un acuerdo humanitario que contempla canjear a 252 venezolanos deportados y encarcelados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo por la misma cantidad de presos políticos recluidos en Venezuela, una oferta que el chavismo Nicolás Maduro calificó de ilegal y abusiva.

En este sentido, el Ministerio de Relaciones Exteriores (de El Salvador), traslada formalmente una propuesta de repatriación total de los 252 ciudadanos venezolanos detenidos, condicionada a la liberación y entrega, por parte de Venezuela, de un número igual (252) de personas privadas de libertad por razones políticas en territorio venezolano», indica la nota.

Añade que esto incluye la liberación de 50 ciudadanos de distintas nacionalidades, como estadounidense, alemana, dominicana, argentina, boliviana, israelí, chilena, colombiana, ecuatoriana, española, francesa, guyanesa, neerlandesa, iraní, italiana, libanesa, mexicana, peruana, puertorriqueña, ucraniana, uruguaya, portuguesa y checa.

De considerarse viable esta propuesta, el Ministerio de Relaciones Exteriores (de El Salvador) expresa que se está en disposición de habilitar los canales necesarios para coordinar técnicamente los mecanismos de implementación de esta operación, garantizando su ejecución eficaz y segura, subraya la misiva.

Bukele, además, cuestionó a Maduro en ese mensaje en X: «¿Le pareció justo un intercambio de 30 por 1, pero rechaza ahora una propuesta equitativa de 1 por 1?, ¿No fue usted quien afirmó que haría ‘todo lo que fuera necesario’ para lograr la liberación de los venezolanos detenidos en El Salvador? ¿Quiere decir entonces que estaba mintiendo? ¿Fue un simple espectáculo mediático la recepción en Miraflores a los familiares de los detenidos?

NO PUEDE SER
Para estas deportaciones, la administración del presidente estadounidense Donald Trump invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, utilizada solo en tiempos de guerra, y que el régimen madurista tilda de anacrónica.

La aplicación de esa ley derivó en un choque de poderes entre la administración Trump y las cortes estadounidenses, mientras abogados de varios de los venezolanos deportados con ese mecanismo han negado las acusaciones de que sus clientes pertenecen a la banda criminal Tren de Aragua.


Abg. Felix Matos


Nueva guerra fría o paz calurosa?

 Cuando Rusia y China de manera interesada salen en apoyo y defensa de un régimen dictatorial como el venezolano, apoyado por el narcotráfico y el terrorismo internacional, en oposición a los Estados Unidos, algunos analistas están pensando que nuestro país pudiera ser la causa de una nueva “Guerra Fría” al comienzo del siglo XXI.

La primera, fue el conflicto entre las potencias triunfantes de la II Guerra Mundial que adoptaron sistemas políticos contrapuestos: EEUU y URSS. Hoy, es evidente el interés de Rusia y China (herederos del totalitarismo marxista) no por salir en defensa de un régimen fracasado y corrupto, sin interés ideológico para ellos, sino por desplazar a Venezuela en el mercado petrolero. Y en última instancia, por salvaguardar sus intereses por la gran deuda que un país en bancarrota tiene con ellos. 

Rusia, por ejemplo, se está beneficiando ampliamente de las sanciones que EEUU está imponiendo al régimen de Maduro y está exportando petróleo a ese país, tradicional mercado venezolano. Además, está metiendo la mano en la decaída producción venezolana para ver cómo se beneficia. Pero de allí a que estos países se enfrenten a EEUU en una nueva “Guerra Fría” hay un gran trecho. Rusia ya no es la poderosa URSS del siglo pasado en su apogeo militar y político. Hoy  es solo un país con ínfulas imperiales, pero con un PIB per cápita que deja mucho que desear, que solo remata lo que heredó de la vieja URSS. 

Por la ayuda interesada dada a Maduro, ya empresas rusas como Rosneft Trading han comenzado a recibir sanciones de EEUU que pudieran incrementarse y extenderse  a otras, hasta llegar a la empresa matriz. Será cada vez más difícil que inversionistas norteamericanos indispensables para proyectos rusos se hagan presentes. Por su parte, la recuperación de China dependerá de la reactivación de su comercio bilateral con EEUU, que es del orden de los 820 mil millones de dólares al año, proceso que pudiera verse afectado por la presencia inesperada del coronavirus. 

¿Va China a arriesgar todo ello, por defender al régimen de Venezuela? Además, ya China para dejar clara su posición con respecto a nuestro país, desde hace cierto tiempo había suspendido su crédito y compras de petróleo a Venezuela, así como sus planes de inversión. Solo le interesa cobrar sus deudas aunque sea con barriles de petróleo. Por todas estas razones, ni Rusia ni China van a rasgarse las vestiduras por el régimen de Maduro. 

Por ello, antes que una nueva “Guerra Fría”, lo que debería propiciarse con la ayuda de la Comunidad Internacional, es una “paz calurosa”, en la que Rusia, China y EEUU, en conjunto con los venezolanos, acuerden una salida pacífica a la crisis sin precedentes que vive Venezuela. En el país ya comenzó la cuenta regresiva de la dictadura. A ella se agregó también la India que no seguirá comprando petróleo venezolano para sus grandes refinerías. La dictadura ya no tiene dónde almacenar petróleo crudo, y ya no puede refinarlo internamente. Todo indica que el régimen perecerá ahogado en su  “oro negro”, mientras busca oxígeno en los negocios ilícitos del “oro de sangre” y las drogas.

Llegó entonces la hora de que el pueblo venezolano ejerza la soberanía manifestando sus aspiraciones y participando activamente en el fin del gobierno usurpador de N. Maduro. Solo así y con un nuevo CNE inobjetable, debe procederse en primer lugar a las elecciones presidenciales y en segundo lugar a la renovación del resto de los poderes públicos establecidos en la Constitución.

Únicamente de esta manera la libertad, la democracia, el Estado de derecho, la justicia, la República y el pluralismo político reaparecerán en nuestro país y será posible el desarrollo de la persona humana y el respeto a su dignidad, que debe ser el fin primordial de toda sociedad humana. Por todo ello entonces, rechazamos cualquier guerra, fría o caliente, pues solo requerimos una calurosa paz que haga posible la promoción de la prosperidad y el bienestar del pueblo venezolano.

Imperio y Reguetón

El mayor éxito cultural de América Latina (si se entiende por éxito y cultura los billboards de todo el mundo en la última década), es la esencia, el precipitado del más fiero imperialismo ideológico


 Con Trump en Washington nos toca a los países pequeños escoger imperio, decía este lugar en el artículo anterior. El menú imperial de hoy incluye a Estados Unidos y China; mañana a lo mejor Rusia y Europa también.


Así sea fatalidad caer en manos de un imperio, lo que siempre queda de libertad es la cultura, el pensar, el ser de cada pueblo. La eterna lucha entre la propia y la mentalidad colonial, un término que ya es de uso general (como en la imprescindible lectura Nuevo Mundo y Mentalidad Colonial de Rafael Tomás Caldera).


Sí se puede seguir siendo, aún entre cadenas, sean de oro o de acero. Hasta la provincia más pobre y periférica puede ser independiente en su corazón, como aquella Judea del comienzo de nuestra era frente al imperio romano; o como Polonia, que ni existía políticamente, descuartizada por las grandes potencias europeas por varios siglos; inclusive cabría preguntarse ¿cómo como México, Venezuela o Perú durante el Imperio español?


La pregunta es muy pertinente, porque lleva a las raíces de las que nació el proyecto que es, sin duda, el momento de máxima libertad política de Venezuela: la época de la gran Colombia, época que se prolongó, digamos con menos certeza, hasta 1848. Hasta mediados del siglo XIX, tuviésemos o no independencia política, éramos más nosotros que otros, menos coloniales que cuando Guzmán Blanco se vestía de mariscal francés o Gómez le entregaba Venezuela a Mr. Danger en concesión.


Mucho antes de Trump, la globalización ya producía un mundo culturalmente tan homogéneo, tan igualado, que este regreso a un mundo de varios bloques parece una reacción. La globalización produjo gigantescos beneficios: nunca antes en la historia humana tantos miles de millones de seres salieron del hambre y de la miseria, en China y la India sobre todo, y mejoraron tanto las condiciones alimenticias y sanitarias como entre 1990 y 2010. Pero también dejó atrás un imperialismo cultural mundial, que ha venido anulando pueblos y naciones dejando en su lugar a Karol G.


Karol G, el reguetón es donde la colonización de las mentalidades tiene su expresión más gráfica y evidente. El mayor éxito cultural de América Latina (si se entiende por éxito y cultura los billboards de todo el mundo en la última década), es la esencia, el precipitado del más fiero imperialismo ideológico. Un producto colonizador hecho en las mismas colonias, las más periféricas, para terminar de colonizarlos a todos.


El reguetón es sociológicamente fascinante. Sin melodía ni armonía, y un ritmo más simplón aún que el del disco, sin ningún artista de talla (¿Bad Bunny, quizás?), con letras más bien onomatopeyas o gemidos; se ve, se oye y se baila en Madrid, Moscú y Tokio por igual. Sobre todo se ve, es una música visual.


En los videos, letra, ritmo e imagen se repiten idénticos de una pieza a otra y podrían resumirse con una palabra: consumo, consumo puro y duro. La vida como mercancía, la misma mercancía. Al mismo nivel los cuerpos de mujeres, muchas para cada macho, los carros de lujo y las guayas (de oro, valga la redundancia) también muchos para cada uno. Una vida sencillamente inalcanzable, pero menos aún propia. Porque es la misma para todos, aunque ninguno la pueda vivir. No un ideal, sino un espejismo.


Ese imperio cultural ya nos conquistó, pero podemos liberarnos. Hay libertadores, se acaba de morir uno, Mario Vargas Llosa.